Cementerio judío
Muy cerca de la plaza de la Ciudad Vieja, a unas calles de distancia, se encuentra uno de los mejores barrios judíos, denominado Josefov, que puedes contemplar en Europa.
Este barrio judío no es el original, ya que en Praga había dos comunidades judías distintas, pero fueron obligadas a integrarse y ocupar la zona que se puede visitar hoy.
Como te he dicho es un barrio judío muy bien conservado, en el que puedes ver 6 sinagogas, un museo y el cementerio donde se dejaban reposar los restos de los que profesaban esta religión.
Este cementerio ya no está en uso, si te interesa esta religión o eres curioso puedes visitar el Nuevo Cementerio Judío y comparar y contrastar con el antiguo. En el nuevo se encuentra uno de los personajes importantes de esta ciudad, el conocido escritor Franz Kafka.
Una visita a la eternidad
No se trata de un cementerio conmemorativo, que rinde culto y recuerdo a las víctimas judías que murieron en terribles circunstancias, como nos podemos encontrar en otras ciudades.
Este es un cementerio real, que era utilizado de forma común cuando una persona de esta religión abandonaba este mundo. Durante un período de unos 300 años este era el único lugar permitido para enterrar a los judíos.
Considero que e la visita muy recomendable, no por su belleza, pero por sí la historia y el ambiente que es una mezcla de tranquilidad y nostalgia.
Además de sobresalir por la concentración de tumbas, lo hace por su sencillez y austeridad, algo que casa muy bien con sus costumbres, no te encontrarás grandes panteones, ni siquiera flores.
Se cree que su construcción tuvo lugar en la tercera década del siglo XV, ya que la tumba más antigua data del año 1439 y pertenece a un rabino. Sin embargo, la más reciente es de 1787.
La estimación es que allí se encuentran unas 12.000 lápidas y que hay enterradas unas 100.000 personas, ya que hay varios niveles.
Tumbas con mucho encanto
Aún así sorprende ver cómo las lápidas se inscrustan y ajustan unas con otras, sin seguir un orden establecido.
Esto tiene una explicación, y es que el territorio que tenían para realizar los enterramientos no era muy grande, pero en cambio la comunidad judía sobrepasaba las 200.000 personas.
A esto hay que sumarle el hecho de que la religión judía impide deshacerse de tumbas antiguas para colocar otras nuevas, por lo que tenían que hacer birguerías para conseguir un hueco en el que colocar una nueva.
Se cree que durante los siglos que estuvo en uso se fueron realizando tantos enterramientos que en algunos punto llegó a haber doce niveles distintos.
Las tumbas, a pesar de ser en general bastante simples y austeras, no son todas iguales.
Entre todos estos millares de tumbas, hay unas cuantas que pertenecen a personas famosas, como por ejemplo:
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Rabinos famosos: David Oppenheim (siglo XVIII) Y Judah Loew, que también era filósofo y se le atribuye la invencción de la leyenda del Golem, el gigante de barro que ayudaba a los judíos.
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David Gans: historiador y astrónomo judío. Además su tumba es de las más interesantes ya que fue la primera en la que se plasmó la estrella de David como emblema de toda la comunidad.
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Mordecai Maisel: líder de esta ciudad en el siglo XVI y responsable de la construcción de la sinagoga que lleva su nombre.
Para visitar este lugar tienes que pagar (13€), pero en el precio va incluido tanto el cementerio como las sinagogas.
En esa cantidad no va incluido el permiso que hay que pagar para poder realizar fotografías.